Índice

1-Tipos del maltrato
2-Carta a un maltratador
3-Preguntas a una mujer maltratada
4-Preguntas a un maltratador
5-Frases del maltrato
6-Noticia

jueves, 18 de febrero de 2010

preguntas a una mujer maltratada

Entrevista a un maltratado:


¿Cómo van las cosas en su familia?
Bien aunque mi marido se enfada constantemente conmigo pero es porque a veces hago las cosas mal

¿Tiene algún problema con su esposo o con los hijos?
Intento mantener a mis hijos al margen de discusiones con mi marido aunque a veces él no me deja y ellos tampoco quieren estar al margen porque tienen miedo de lo que me pueda ocurrir.

¿Ha sufrido alguna vez malos tratos?
Si y mas cuando mi marido llegaba ebrio a casa.

¿Se siente segura?
No, tengo miedo de que llegue a casa con ganas de discutir y de obligarme hacer cosas que no quiero.

¿Ha sentido miedo?
Mas bien a su lado nunca he dejado de sentirlo.

¿Ha sido violentada o agredida físicamente, sexualmente?
Si, y sobre todo cuando llegaba ebrio a casa me obligaba hacerlo.

¿Controla tus salidas?
No me deja salir de casa a no ser que sea con él

¿te controla el dinero?
Yo no mantengo el dinero en casa solo me da lo necesario.

¿Le ha amenazado alguna vez?
Constantemente, me amenazaba con matarme a mi o a mis hijos

¿Tiene armas en casa?
Que yo sepa no tenemos

¿Ha contado su problema a algún familiar o amigo?
No él me tiene amenazada

¿Insiste en saber dónde estás en todo momento?
Si, constantemente llama a casa para saber si estoy allí

¿Se molesta si hablas con una persona del sexo opuesto?
Si, es bastante celoso.

¿Sospecha a menudo que eres infiel?
Si, siempre me dice que nuestros hijos no son de él.

¿Exige que le pidas permiso para tomar ciertas decisiones?
Si para todo

¿Te insulta o te hace sentir mal?
Siempre

¿Te menosprecia o humilla delante de otras personas?
Solo cuando estamos en casa, no quiere que la gente hable de nosotros.

jueves, 4 de febrero de 2010

Carta a un maltratador

Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado… porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría.

Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.

Me puse contento antes de tiempo.

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.